Explora Uzbekistán: de la Ruta de la Seda a la hospitalidad local

Desde el desierto hasta las montañas, esencia de una civilización milenaria:

Colores, aromas y sonidos que revelan la identidad de Uzbekistán en cada calle y mercado.

Un viaje entre historia, tradición y oasis escondidos

Los nombres de Samarcanda, Bukhara y Khiva evocan imágenes de caravanas, mercados bulliciosos y antiguos sultanes.

Nos transportan a épocas donde comerciantes y viajeros recorrían la Ruta de la Seda.

Samarcanda, con su majestuosa Plaza Registán, invita a perderse entre madrasas centenarias y mosaicos que parecen contar historias en cada azulejo. En Bukhara, los minaretes y mezquitas se alzan como guardianes de siglos de comercio y cultura, mientras que Khiva, rodeada de murallas de adobe, ofrece la sensación de un museo vivo donde cada callejón esconde un secreto.

Pero no nos olvidemos de Tashkent, la vibrante capital y el inicio de este viaje por Uzbekistán: el encanto de la ruta de la seda, un itinerario de 11 noches para descubrir lo esencial de este país de Asia Central. Tashkent es un cruce donde historia y modernidad se encuentran. Sus amplias avenidas y parques tranquilos conviven con madrasas centenarias, mezquitas y el bullicioso bazar Chorsu.

Experiencias y encuentros

Este viaje ha sido diseñado para ofrecer algo más que turismo: es un espacio de descubrimiento personal y colectivo. En este itinerario de 11 noches por Uzbekistán tendrás la oportunidad de conocer a mujeres locales que preservan tradiciones centenarias, desde artesanas que tiñen seda a mano hasta cocineras que revelan secretos culinarios transmitidos de generación en generación.

Un viaje para el paladar

La cocina uzbeka es un reflejo de su historia y diversidad cultural. Desde el plov, un plato icónico de arroz, carne y verduras, hasta los samsa recién horneados y los dulces de nueces y miel, cada bocado es un viaje por los sabores del país. Los mercados locales son un festín para los sentidos: especias, frutas secas, panes artesanales y tés que invitan a detenerse y disfrutar del momento.

Riqueza natural

Entre desiertos infinitos y oasis verdes, Uzbekistán es un país de contrastes naturales. El clima varía desde veranos cálidos y secos hasta inviernos suaves en las ciudades del sur. En oasis y ríos encontraremos un respiro fresco en medio del paisaje.

Sus paisajes invitan a la contemplación y al descubrimiento: la fortaleza de Ayaz-Kala, en el corazón del desierto de Kyzylkum, se yergue como un testigo silencioso de civilizaciones antiguas.

Raices, tradiciones y hospitalidad

Las tradiciones vivas se sienten en cada rincón: música folclórica, danzas ancestrales y celebraciones locales que mezclan religión, historia y vida cotidiana. Como por ejemplo la celebración del Navruz, el Año Nuevo persa. Marca la llegada de la primavera y es un símbolo de renacimiento y esperanza en toda Asia Central.

Durante esta festividad, las plazas se llenan de alegres bailes tradicionales y colores vivos que reflejan la riqueza cultural de Uzbekistán. Se pueden degustar platos típicos de esta fecha, mientras que en grandes calderos colectivos se prepara el Sumalak, un dulce hecho a base de germinados de trigo, cocinado durante horas siguiendo la tradición.

El misterio de un país aún por descubrir

Viajar a Uzbekistán es mucho más que ver monumentos: es sentir, aprender y conectar. Es perderse en un bazar y encontrarse con historias que permanecen en la memoria, es descubrir rincones donde el tiempo parece no haber pasado y crear recuerdos que perduran.

Este viaje está pensado para personas que buscan experiencias profundas, conexiones auténticas y un espacio donde explorar su curiosidad, creatividad y espíritu aventurero. 

¡Embárcate en esta travesía única!



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