Un día de safari en Namibia: el ritmo pausado del viaje

Qué esperar de un día

de

safari:

así se vive la experiencia.

Ruta, fauna y paisaje.

Amanecer en movimiento: el safari comienza antes del sol

Los días de safari en Namibia empiezan temprano, antes del primer rayo de sol. A esa hora en que el silencio pesa y el aire aún es fresco, partimos en nuestros vehículos 4x4, guiados por rastros en la arena y la intuición del guía. El paisaje es vasto y sobrio, y la vida salvaje, aún activa, se deja ver: jirafas que se recortan en el horizonte, leones que bostezan junto a un arbusto, órix erguidos como esculturas ancestrales.

Viajar sin prisa: tiempo para vivir cada lugar

La experiencia en Namibia es intensa, sí, pero también serena. Nos movemos a otro ritmo: cada enclave del itinerario está cuidadosamente elegido y nos quedamos al menos dos noches en cada lugar. Esto nos permite vivirlo con profundidad, disfrutar de las actividades sin prisa y descansar. Porque el lujo del tiempo, aquí, es parte esencial del viaje.

Entre pistas y horizontes: así son los traslados

Los traslados se hacen por carretera, en pistas de tierra que cruzan paisajes abiertos, majestuosos, donde el silencio habla. Nunca superamos las 4 horas de trayecto. Salimos temprano por la mañana y, hacia el mediodía, ya estamos llegando al siguiente punto del itinerario, con tiempo suficiente para almorzar, relajarnos y disfrutar de la tarde.

El ritmo del día: desayunos, pausas y descanso

En cuanto al desayuno, depende del ritmo del día: en ocasiones desayunamos antes de salir, y en otras –especialmente cuando el safari empieza muy temprano– tomamos apenas un café o té con algo ligero, salimos a explorar y regresamos al lodge para disfrutar de un desayuno completo más adelante. Las horas del mediodía invitan al descanso: el sol aprieta, y como los animales, buscamos sombra, la calma de la piscina, o una siesta reparadora.

Atardeceres dorados y brindis en la sabana

Por la tarde, cuando el calor cede, en algunas ocasiones salimos nuevamente o disfrutamos desde nuestro Lodge. La luz dorada del atardecer lo cubre todo: las dunas adquieren tonos rojizos y los elefantes parecen de bronce. Se detiene el vehículo para un sundowner, una copa al aire libre en mitad del paisaje, brindando por la vida bajo un cielo que se vuelve púrpura.

Namibia se vive, se respira… no se recorre

Cada día de safari es un poema en movimiento, una pausa en la velocidad del mundo.

Un viaje hacia fuera... y hacia dentro.


¿Y si este año fuera el momento de mirar lejos… y viajar profundo?


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