Salta y Jujuy: donde la tierra se vuelve arte

En ocasiones anteriores hablamos del viento patagónico que barre el paisaje de Torres del Paine

Viento y paisaje siguen siendo protagonistas pero de un modo diferente. Del sur nos vamos al norte, donde la tierra respira color entre cactus y cerros andinos. Salta, Cafayate, Cachi o Purmamarca resaltan en este viaje donde los colores de la tierra y el alma andina cuentan su propia leyenda.

Paisajes que pintó el viento… Salta, Norte de Argentina

Salta es una de esas provincias que atrapan. Ubicada en el extremo noroeste de Argentina, es conocida como "La Linda", y basta pisarla para entender por qué. Su geografía parece una sucesión infinita de postales: quebradas de tonos rojizos, valles verdes, desiertos salpicados de cardones gigantes y pueblos de calles empedradas que conservan la calma de otra época.

La ciudad de Salta capital es el punto de partida ideal en esta ruta por el norte argentino. De fuerte herencia colonial, su centro histórico invita a caminar despacio, entre iglesias antiguas, casonas señoriales y plazas arboladas.

Basílica y convento de San Francisco, fachada de rojo intenso, faro colonial del corazón de Salta

Basílica y convento de San Francisco

" Testigo de siglos y faro colonial, ilumina con su rojo intenso el corazón de Salta "

Aquí se puede visitar el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), que guarda uno de los hallazgos más sobrecogedores de los Andes: las momias de tres niños incas, ofrendados hace más de 500 años en la cima del volcán Llullaillaco.

La Cuesta del Obispo y el Parque Nacional Los Cardones son postales vivas de la puna y los valles altos, donde la ruta zigzaguea entre montañas y cactus centenarios.

La Cuesta del Obispo y el Parque Nacional Los Cardones. Camino que se enrosca entre montañas, Salta, Norte de Argentina.

La Cuesta del Obispo

" Un camino que se enrosca entre montañas, donde la tierra se eleva y el horizonte se diluye llevando al viajero al cielo salteño "

Y para los que buscan una experiencia única, está el mítico Tren a las Nubes, que asciende hasta los 4.220 metros de altura atravesando la inmensidad del altiplano.

El cruce del viaducto curvo de vigas de acero de La Polvorilla, a 4.220 metros de altitud, en Salta. Norte de Argentina.

El viaducto curvo de vigas de acero de “ La Polvorilla ”

“ Es un viaje a otro tiempo, donde el paisaje y la historia se mezclan con cada kilómetro recorrido “

Pero Salta es mucho más que su ciudad. Sus caminos se pierden entre cerros, atravesando paisajes que cambian de color y forma a cada curva. Ejemplo de ello es la Quebrada de las Conchas, en la ruta hacia Cafayate. Un espectáculo natural de formaciones rocosas esculpidas por el viento y el agua.

Cafayate es uno de esos pueblos donde el tiempo parece transcurrir más lento. Rodeado de viñedos al pie de los Valles Calchaquíes, es famoso por su Torrontés, un vino blanco aromático único en el mundo. Las bodegas abiertas, algunas centenarias, invitan a degustar copas bajo el sol y entre parras.

En el casco urbano, Cafayate conserva una plaza tranquila, iglesias de adobe y mercados de artesanías. Al atardecer, los colores de los cerros y el aire de zamba crean una atmósfera que mezcla naturaleza, cultura y la calidez de su gente.

El tramo que une Cafayate con Cachi es uno de los caminos más hermosos y salvajes del norte argentino. Son 150 kilómetros de paisaje cambiante, donde la mítica Ruta 40 atraviesa quebradas, desiertos, valles escondidos y formaciones caprichosas.

Quebrada de las Flechas,

Un paisaje de otro mundo donde enormes formaciones de roca puntiaguda se alzan como lanzas de piedra hacia el cielo. La ruta, en su mayoría de ripio, serpentea entre cañadones y campos de cardones, esos cactus gigantes que dominan la puna salteña.

Al llegar a Cachi, espera un pueblo blanco de calles empedradas, casas coloniales y una calma que invita a quedarse. Desde su plaza, rodeada de álamos y con la silueta nevada del Nevado de Cachi al fondo, la sensación es de haber encontrado un refugio en la montaña.

Tanto en las cercanías de Salta como en los Valles Calchaquíes, es posible alojarse en estancias centenarias rodeadas de viñedos, con muros blancos, patios interiores, techos de caña y galerías frescas perfumadas por jazmines que invitan a descansar después de una jornada de ruta. En Cachi, La Merced del Alto guarda ese espíritu antiguo y sereno que hace que el viajero quiera quedarse un poco más.

La Merced del Alto, alojamiento centenario en Cachi, rodeado de paisaje exuberante, viñedos de Torrontés. Un refugio para el alama y el disfrute, de espíritu antiguo que invita a quedarse a los pies del Nevado de Cachi.

La Merced del Alto, Cachi

“ Al pie del Nevado de Cachi, es un refugio de calma y belleza agreste, donde el silencio solo se interrumpe con el sonido del viento entre los cerros “

Dejamos atrás Cachi y los Valles Calchaquíes para adentrarnos en una de las provincias más cautivantes y auténticas del norte argentino: Jujuy, tierra de cerros multicolores, salinas infinitas y pueblos que conservan con orgullo su identidad ancestral. Desde la mágica Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad, hasta los rincones verdes y selváticos de las Yungas, Jujuy despliega una diversidad natural y cultural que sorprende a cada paso.

Claro ejemplo de ello tenemos la población de Purmamarca. Este pequeño pueblo, de calles polvorientas y casas de adobe, descansa a los pies del famoso Cerro de los Siete Colores, una formación natural que parece pintada a mano, con capas de rojos, verdes, lilas y ocres que cuentan la historia geológica de la región.

El aire aquí huele a tierra, a cardón seco y a cocina casera. En la plaza principal, las ferias de artesanías ofrecen tejidos, cerámicas y objetos de cestería que mantienen vivo el arte ancestral de los pueblos andinos.

Desde Purmamarca serpenteando entre cerros y subiendo por la Cuesta de Lipán, llegamos a un inmenso desierto blanco de sal a más de 3.500 metros de altura, donde el cielo y el suelo se confunden en un paisaje surreal: las Salinas Grandes. Se formó hace millones de años cuando antiguos lagos se evaporaron, dejando como testimonio estas inmensas planchas de sal. Las figuras geométricas naturales que se dibujan sobre la superficie, combinadas con la intensa luz del altiplano, crean un escenario casi surreal, donde las proporciones y las distancias se vuelven caprichosas.

Y como en todo viaje auténtico, el recorrido por Salta y Jujuy también se vive a través de sus sabores. La gastronomía del norte argentino es generosa, sabrosa y heredera de recetas ancestrales que combinan productos de la tierra, condimentos intensos y técnicas que se mantienen intactas desde hace siglos.

En Salta, las protagonistas indiscutidas son las empanadas salteñas, pequeñas, jugosas y con su toque de comino y ají, perfectas con una copa de vino torrontés. En Jujuy, los sabores de la Puna se hacen presentes en platos como la calapurca, una sopa espesa de maíz con carne de llama.

Cada bocado en este rincón del país cuenta una historia, y sentarse a la mesa es otra forma de honrar la cultura andina, de compartir y agradecerle a la tierra.

Así cerramos este viaje por Salta y Jujuy, sabiendo que en cada paisaje, en cada pueblo y en cada plato, uno se lleva algo más que recuerdos…

¡Acompáñanos y descubrámoslo juntos!


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